Cuando al fin descubrí
su belleza desnuda dulcemente
frente a mi,
pensé en adorar su sombra
esperando humildemente
el momento justo en
que me concediera,
sin más,
los favores que jamás le entrego
a ningún hombre.
Dispuesto a estudiar la métrica
de su cuerpo improvisé nuevas técnicas,
preparado con la ilusión de un novicio
me entregué a su protocolo.
Tembloroso y embriagado por su presencia
descuidé mi disciplina olvidando las reglas.
Me perdí inerme en sus distancias,
atravesando deseoso los caminos
por los que sus leyes me guiaban.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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