CONCEDEME...

Oh Señor, concédeme
un instante de tu gloria,
redime los pecados
que humildemente
tomaré de su belleza.

Beatifica mi erección
para que ella pueda
adorarla entre sus muslos,
mientras de nuestra unión
brotan nuevos preceptos.

Bendice mis necesidades
en la catedral de su cuerpo.

DIRECTOS AL ASUNTO...

Directos al asunto
con todas las tácticas
del amor talladas
por sus ávidas manos,
los amantes se entregan
al deseo.

Ejecutan encantamientos
dactilares que exaltan
a la carne y construyen
sus nidos suaves
como plumas
de pájaros
cuyas delicadas alas
descifran cada uno
de sus poros
abiertos al placer.

Surcan caricias en los cielos
desnudos de sus cuerpos,
revoloteando bajo
la cálida lluvia
de labios que cae
sobre la piel
dejándose humedecer
por la brisa de su
respiración jadeante.

TE BUSQUE...

Te busqué entre la multitud,
por espacios abiertos y
calles desiertas.
No estabas ahí,
pero hallé pruebas
suficientes de tu existencia
conviviendo entre cazadores
que celosos intentaron apresar tu sombra,
rastreé las aceras y caminos
seducidos por tus pasos
para saber la dirección que debía tomar,
hice algunas averiguaciones
acerca de tu belleza.
Con disciplinada ternura
exigí por derecho propio la misión
de guardar tu tacto
como un centinela que protege
el aposento de su reina.

¿Sería posible descifrar tu cuerpo
a través de mis huellas dactilares?

y, si fuera así,

¿reconocerán entonces tus poros
la entrega de mi amor?

DE PRONTO...

De pronto
me devuelves a la vida
suspendido de tu cuerpo,

amamantándome
con tu líquido paladar,

mientras hambriento
recorro con mi boca
la anatonomía de tus deseos.