Realmente, ¿hubiera sido una buena idea
guardar los impulsos salvajes de cada una de
sus bellezas, o pagar el rescate que exigían sus condiciones?
¿Cómo acepté las migajas del amor famélico
con amantes procedentes de otras guerras,
entregadas a cualquier soldado con el suficiente
botín para saciar sus exigentes vicios?
¿Por qué entonces accedí a la limosna de sus
avariciosos cuerpos?
¿Por qué mi corazón se perdió buscando
imaginarios tesoros?
martes, 13 de enero de 2009
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Es como cuando un poema apesta a ego feminista muerto.....me gusta que sea una espada de dos filos. Hermoso poema.
ResponderEliminarMAQUINA!
ResponderEliminarMuy bueno, amigo.
ResponderEliminarSobre todo la segunda estrofa.
A veces nos encontramos con amantes procedentes de otras guerras y cuando le suturamos, cauterizamos y rehabilitamos, ni nos dan las gracias, jajaja. Cést la vie. Hay que tener 7 ojos.
Abrazos.